miércoles, 27 de junio de 2012

Sin Titulo I

Libérame de tu Edén, y estrangula
mis sentidos, mójame con tu piélago
tan dichoso como el designado.

Esclavo de tu vientre: observador de
las montañas, me deslizo por un
regato hasta llegar a tus tiernas aguas.

Las praderas que te hacen guardia:
me inclinan a un delirio, el campo de
batalla no es este, sin embargo la
guerra ya la he perdido.

El castigo que he conseguido
sintiendo el roce de tu escultura por la
cual me desvivo; no es menor a
una epifanía.

Este poderío enigmático me ínsita a
seguir consumiendo tus pastos hasta
verte marchitar: es un pedazo de
paraíso que planeo desgastar.

La laguna de tu cielo se está a punto
de secar, pero he de seguir bebiendo
hasta poder saciar esta fatídica sed.

Quisiera que aun inerte pudiera
explorar los secretos que te encierran
sin una deuda a pagar.

Deseoso  de ahondar en las telas que
te encierran y apaciguar estas ganas
de erosionar.

Tu latifundio es lo único que me
sostiene codicioso de eternizar este
acto de culpabilidad; racional.

El averno dejara de carbonizar
cuando mi espíritu vacié el ardor y te
consuma a mi contentamiento.

El pecado que he marcado
encadenando tu miel en mi selva me
indemniza aunque ya estés
inanimada.

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